El agua es como la gasolina del cuerpo y sin esta, muchos de nuestros órganos no funcionarían correctamente. Mantenernos hidratados de forma adecuada, ayudará a proteger nuestra salud, organismo y sus funciones.
Muchos nutriólogos y dietistas afirman que beber agua durante el día es vital y que lo recomendable es consumir 8 vasos, lo que es igual a 2 litros. Aunque este último punto puede ser discutido bajo diferentes conceptos, lo que sí está más que claro es que consumir agua potable y limpia será un gran impulso para nuestro cuerpo.
Ahora te preguntarás, ¿cuándo debo de tomar el agua? ¿Es igual a cualquier hora del día? Y aquí te decimos, que sí, sí importa cuándo y cómo consumas el agua. Quédate leyendo este artículo y aprende cuáles son los 8 momentos más indicados para beber agua durante el día.
1. Luego de levantarte
Como te comentamos al principio, el agua es gasolina para el cuerpo. Sin agua no funcionamos bien, por lo tanto es indispensable consumir 1 vaso de agua recién despiertos. Muchos debaten que si agua fría o a temperatura ambiente, sin embargo lo importante es que no te pases de tomarla.
Imagínate el siguiente escenario. Enciendes tu coche y lo arrancas con el motor aun en frío. Pasa igual con nuestro cuerpo. Al despertar estamos deshidratados y un buen vaso de agua ayudará a encender el cuerpo, despertar al sistema circulatorio e hidratar nuestros órganos.
Lo que si te recomendamos es que evites bebidas cargadas como la primera del día. Con esto nos referimos a café, té, jugo de frutas o cualquier derivado que contenga azúcar. Lo mejor es beber agua pura y fresca.
2. Antes de una comida
Tomar un buen vaso de agua antes de la comida tiene varias funciones. La primera es que nos ayuda a humedecer nuestra boca y así eliminar cualquier sabor o gusto extraño de comidas anteriores, golosinas, bebidas, etc.
Por otra parte, también es ideal para evitar sobrepasarse con la comida. El agua te ayudará a sentirte más lleno y por consiguiente, mas saciado con una porción reducida de comida.
Otra increíble función es que el agua ayuda a hidratar nuestro estómago. Si, el estómago cuando esta hidratado se encuentra listo para recibir la comida. Al estar preparado, inmediatamente crea un revestimiento, protegiendo a nuestro amigo de la acidez. Igualmente esto hace que se activen las papilas gustativas, haciendo que la comida tenga un mejor sabor.
3. Cuando estés hambriento
Muchas veces las personas confunden hambre con sed y aunque creas que es algo imposible, si sucede. La deshidratación hace que nos sintamos cansados y con mucha fatiga, haciendo que nuestro estómago se sienta vacío aunque no lo esté.
Si te sientes con un hambre muy extraña, inclusive si fue después de comer, te recomendamos que bebas un buen vaso de agua a temperatura ambiente. Luego de esto, comprobarás si lo que le faltaba a tu cuerpo era hidratarse.
Recuerda que no es muy recomendable consumir agua durante las comidas ni después, ya que esto barre los nutrientes de la comida e impide la correcta absorción de las vitaminas y minerales. Si tienes mucha hambre, hazlo unos 10 minutos antes y si compruebas que realmente es falta de comida lo que tu cuerpo necesita, consume algún refrigerio o fruta.
4. Antes del ejercicio
El agua y una buena hidratación son las claves para proteger a nuestro cuerpo de los picos drásticos de temperatura. En el caso del entrenamiento, sucede exactamente igual.
Es necesario que antes de comenzar, se beban un par de vasos de agua, esto ayudará a prevenir una posible deshidratación durante el ejercicio. Por supuesto, es muy importante que antes de eso, se tomen en cuenta factores como la temperatura ambiente, corporal y la humedad.
Recuerda que la circulación juega un papel fundamental en la protección del cuerpo. Para que esta funcione correctamente depende del agua y una óptima hidratación.
5. Después del ejercicio
Un entrenamiento, especialmente cuando es vigoroso, genera una deshidratación considerable para el cuerpo. Generalmente se pierde mucho líquido mediante la transpiración y la orina, teniendo que ser recuperados luego del ejercicio físico.
Es de suma importancia que el cuerpo recupere los líquidos perdidos y para eso, debes tomar agua. Beber un par de vasos de agua a temperatura ambiente es ideal para restablecer los niveles de hidratación.
Cuánta agua tomar, va a depender de tu peso, de qué ejercicio realizaste y bajo qué condiciones lo hiciste. Ten en cuenta que debes de tomar el agua despacio y no fría, ya que esto puede causarte espasmos o calambres estomacales.
6. Cuando estés expuesto a gérmenes
El agua y la salud van de la mano. Es ideal para evitar que los gérmenes y virus se reproduzcan dentro del cuerpo. Si te encuentras en una situación donde haya personas enfermas, como un hospital o el trabajo, es importante que consumas más agua de lo habitual.
La hidratación adecuada es imprescindible para generar la circulación de las bacterias y los gérmenes. El agua hace que recorran todo el sistema, mas no que se acomoden, evitando así que se multipliquen y se propaguen como una enfermedad.
7. Cuando te sientas enfermo
Nuestras madres siempre lo decían y tiene toda la razón: debes tomar mucha agua cuando estés enfermo. Siguiendo con el punto anterior, el agua ayuda a barrer los virus y las bacterias de nuestro sistema, haciendo que nos curemos mucho más rápido.
Igualmente, las enfermedades como la gripe o la influenza hacen que nuestras defensas bajen y el cuerpo se deshidrate, por lo tanto, debe mantenerse siempre a tope con los líquidos. Aunque el agua es indispensable, puedes consumir caldos, sopa o jugos que te ayuden a reponer energía.
8. Si te sientes muy cansado
Esto es una excelente alternativa para despertarnos a mitad del día cuando no podemos tomar una siesta. Con un par de vasos de agua, basta y sobra para mejorar la hidratación del cuerpo y llenarnos de energía.
Por si no lo sabias, la fatiga excesiva o el sueño repentino son signos de deshidratación, así que si tienes alguno de estos síntomas, el agua es la solución. Ten en cuenta que cuando el cuerpo esta hidratado, el agua llega con mayor efectividad al cerebro, haciendo que este tenga mucha más energía aun cuando no se ha dormido una siesta.